martes, 16 de junio de 2015

El Quehacer de la Ciencia

Quizá una definición de ciencia en un mundo con un elevado acceso a la información podría parecer intrascendente. No obstante, el uso desmedido de la palabra «ciencia» y «científico» por empresas que anhelan legitimar sus productos o servicios (como las de la homeopatía, biomagnetismo médico, acupuntura, entre otras), ha contribuido a confundir, desinformar y engañar. El daño podría ser grave si tal información «legitimada» pudiera afectar en forma directa la salud de las personas. Por lo tanto, es fundamental en estos tiempos diferenciar la información científica de la que no es.
Identificando a la ciencia
Debemos tener cuidado en no confundir ciencia con tecnología. Ésta última existió miles de años antes que la ciencia. En tiempos prehistóricos se elaboraban lascas, se practicaba la cocción de los alimentos y se conocía la agricultura, por decir algunos ejemplos. Y aunque en la actualidad observemos que la tecnología se relaciona fuertemente con la ciencia y viceversa (la interacción entre ambas ha permitido la construcción de máquinas, de instrumentos de medición, ordenadores, y sofisticados laboratorios), la tecnología obedece más a la explotación económica de los principios científicos que a la expansión del conocimiento por sí mismo. Una y otra se unen para el progreso científico-tecnológico, mas tienen propósitos distintos.
Origen de la ciencia
Aristóteles (384 - 322 a. C.)
Aunque la ciencia podría rastrearse en civilizaciones tan antiguas como la sumeria, la babilónica o la egipcia, ésta comenzó a conformarse ‒en cierta medida como la conocemos ahora‒ en la antigua Grecia. Esto se debió a que la filosofía, surgida en este lugar, en aras de abordar cuestiones acerca de la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza y la mente, fue procreando a la ciencia. La filosofía se encargó de hacer las preguntas que, conforme fueron respondiéndose, dio lugar al nacimiento de las distintas ciencias. De hecho, hasta bien entrado el siglo XIX, la sociología fue de las últimas ciencias en desprenderse de ella.
A partir del Renacimiento, la dinámica interna de la ciencia se fue sofisticando de manera tal que, en la actualidad, ésta posee una serie de «filtros» que permite realizar un análisis exhaustivo de los nuevos aportes científicos. Los filtros consisten de un grupo de especialistas ‒científicos de una determinada disciplina‒ que pone a prueba, con todo el rigor posible, la solidez de los resultados de las investigaciones. El conocimiento científico generado se publica en revistas especializadas para su difusión. De esta forma, los resultados obtenidos pueden ser reproducidos en cualquier parte del mundo.
El objeto de estudio en las disciplinas científicas
La dinámica interna de cada disciplina científica (y su objeto de estudio), suele variar en función de que ésta pertenezca a uno de los tres grupos en que se divide la ciencia: las ciencias naturales, las ciencias formales y las ciencias sociales. En el primer grupo podemos encontrar a la física, la química, la biología, por decir algunas; en las ciencias formales se sitúan la matemática, la lógica, la informática y la teoría de sistemas; y al grupo de las ciencias sociales pertenecen la antropología, la economía, la historia, la sociología, entre otras. Esta división de la ciencia es superficial puesto que hay ciencias de un grupo que pueden interactuar fuertemente con disciplinas de los otros grupos.
Efecto Meissner (superconductividad).
Las investigaciones en ciencias naturales, se basan en la observación de fenómenos naturales (la gravedad, la difracción y refracción de la luz, la acidez y alcalinidad de soluciones, entre otros). Cuando la observación es muy refinada o indirecta (orgánulos de las células o distancia y tamaño de los astros), se diseñan y se construyen instrumentos que permiten dicha observación ‒aquí interviene la tecnología‒. Asimismo, se diseñan experimentos que más adelante permiten la generación de modelos científicos descriptivos y predictivos, como en el caso de las leyes físicas conocidas.
Con respecto a las ciencias formales, no hay observación de fenómenos ni experimentación, sino un desarrollo estructurado de proposiciones lógico-matemáticas ‒basadas en axiomas‒ que permite estudiar las propiedades y relaciones de entes abstractos. Como resultado, se obtiene un conjunto de teoremas que otorgan estructura a un campo matemático determinado: álgebra, geometría, topología, lógica, cálculo, teoría de grafos, teoría de sistemas, entre otros. Mediante la investigación, se expanden las fronteras de la matemática en su forma pura o aplicada. Unos de los productos más prácticos de las ciencias formales son los lenguajes de programación ya que éstos se basan en un conjunto consistente de proposiciones lógicas que permiten la resolución de problemas de cómputo (mediante algoritmos).
Por último, en ciencias sociales, el objeto de estudio es el hombre y la cultura. Por ello, estas ciencias también reciben el nombre de humanidades o ciencias humanísticas. Cabe mencionar que hay científicos ‒pertenecientes a los otros dos grupos de ciencias‒ que no consideran ciencias a las humanidades. Esto se debe a que no han sabido reconocer que el objeto de estudio de las humanidades es distinto al de ellos. Por ejemplo, una investigación en historia, conlleva muchas horas de trabajo en archivos (donde es necesario contar con herramientas como la paleografía); revisión bibliográfica; análisis del discurso en función de la época donde se sitúa la investigación; análisis e interpretación de los hechos que aparecen en los documentos; y la escritura del artículo, el cual, tendría que ser revisado por pares para su validación y posterior publicación.
La relación entre las diferentes disciplinas científicas
Trabajo arqueológico (Roma, Italia).
Hay ciencias (no importando el grupo al que pertenecen) que interactúan con intensidad unas con otras. Ejemplo de esto lo podemos ver en la arqueología: ciencia social cuyo objetivo es estudiar las manifestaciones materiales del hombre, logrando así, situarlas en tiempo y espacio. Esta ciencia, para realizar dataciones o análisis de restos materiales, se auxilia de manera significativa de la física, la química o la geología, pero al mismo tiempo, puede servir como ciencia auxiliar en historia, sociología, o economía.
Por otra parte, es bien conocido que dentro de las ciencias naturales existe la fusión de algunas de sus ciencias para dar vida a otras más: bioquímica, biofísica y fisicoquímica, por ejemplo. Quizá una de las disciplinas científicas más nuevas sea la astrobiología, que estudia la existencia y origen de la vida en el Universo.
En cuanto a las ciencias formales, éstas auxilian al resto otorgándoles una estructura lógico-formal que les permite la creación de modelos apropiados que puedan explicar los fenómenos (sociales o naturales) bajo estudio. Quizá la ciencia que más se apoya en las matemáticas sea la física. De hecho, existe la física teórica, la cual se estructura con una formalidad lógica tal, que bien podría estar dentro de las ciencias formales.
Consideraciones finales
Es de vital importancia comprender que la ciencia se construye con rigor; que cada trabajo que pretenda ser científico debe pasar por una serie de revisiones ‒realizadas por especialistas del respectivo campo de conocimiento‒ que lo validan como científico sólo si cumple ciertas condiciones: que si es un trabajo experimental, entonces los resultados deben ser reproducibles; que si es un aporte histórico, entonces éste debe validarse por un comité de científicos en historia; que si es un descubrimiento astronómico, entonces deben corroborarse las observaciones por otros astrónomos; que si se trata de un nuevo fármaco, entonces éste debe probarse exhaustivamente según los estándares médicos internacionales; y así sucesivamente con cada disciplina científica.

Por lo tanto, cada vez que obtengamos información que se adjetive como científica, debemos cerciorarnos si ésta posee fuentes o bibliografía confiables (artículos académicos). Si no cumple con lo anterior, la información caería dentro de la pseudociencia, charlatanería o superstición. Es muy importante tener cuidado. Verifiquemos siempre las fuentes de cualquier contenido. Sólo así estaremos cultivando una cultura científica, tan necesaria en nuestra sociedad.

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