A menudo escuchamos que la vida es movimiento: desde la rigidez aparente
de un árbol (sus células, al dividirse para formar otras, requieren de cierta
fuerza motriz) hasta el vuelo de una libélula; desde la locomoción ‒mediante
pseudópodos‒ de un glóbulo blanco hasta el nado sereno de una ballena azul. Sí,
la vida, en efecto, es movimiento.
Motor cinesina sobre un microtúbulo. |
El movimiento en los organismos biológicos se basa en un sistema de microtúbulos
(proteína estructural o de soporte) sobre el cual los motores moleculares: miosina,
dineína y cinesina pueden deslizarse. Tal conjunto proteínico conforma a las
miofibrillas, que a su vez son unidades fundamentales de las fibras musculares (miocitos)
que constituyen al músculo. Las contracciones musculares ocurren bajo señales
eléctricas provenientes de las neuronas motoras especializadas para este fin.
Escalables
La escalabilidad es una de las propiedades más importantes de los
músculos. Es decir, un músculo de abeja tiene prácticamente la misma estructura
que el de un elefante o una ballena. Esta propiedad no la poseen dispositivos creados
por el hombre: motores eléctricos y de combustión interna. El avance
tecnológico de las últimas décadas ha permitido el desarrollo de motores que,
de manera «natural», pueden elongarse/contraerse como los músculos y podrían ser
escalables. A estos dispositivos se les ha dado el nombre de músculos
artificiales.
Músculos artificiales
La síntesis y caracterización de nuevos materiales ‒sobre todo
polímeros‒ a partir de la segunda mitad del siglo XX ha permitido el desarrollo
de dispositivos en forma de fibra o película que emulan las
contracciones/distensiones de los músculos biológicos. Su accionamiento sucede
mediante una señal eléctrica. Se dividen en dos grandes grupos: polímeros
electro-activos (PEA) y polímeros electro-activos iónicos (PEAI).
Esquema de músculo artificial PEA, que muestra la deformación que sufre cuando se le aplica un potencial (1). |
El mecanismo del primer grupo ‒PEA‒ se basa en el principio de
funcionamiento de los condensadores eléctricos de placas paralelas, los cuales
almacenan energía eléctrica en ambas placas ‒separadas a una cierta distancia‒
al aplicarles un potencial eléctrico (o voltaje). El «relleno» entre las placas
(dieléctrico) influye en la cantidad de carga eléctrica que pueden almacenar
(capacidad eléctrica). Un músculo artificial PEA, consiste de dos «placas
paralelas» elásticas y un dieléctrico también elástico. Así, al aplicarles un
voltaje (del orden de los kV ‒mil voltios‒), las placas adquieren una carga
eléctrica opuesta que genera una fuerza electrostática de atracción, la cual produce
una deformación en el mismo plano de las placas. Al dejar de aplicar el voltaje,
la carga eléctrica es disipada mediante una resistencia eléctrica y el
dispositivo recupera su forma original. Estos músculos artificiales suelen ser
tan rápidos como la carga/descarga de las «placas». El principal inconveniente
es que funcionan con un voltaje muy alto, lo cual obliga a extremar
precauciones.
Inserción de iones entre las cadenas poliméricas del polipirrol, ocasionando una elongación total en el material (1). |
Por otra parte, los músculos artificiales PEAI, tienen por base ‒en su
mayoría‒ a los polímeros conductores. Debido a que los enlaces químicos de sus
cadenas poliméricas son conjugados (enlaces dobles y sencillos alternados), es
posible la transferencia de carga eléctrica. Es decir, bajo ciertas
condiciones, a través del volumen del polímero conductor, puede circular una
corriente eléctrica. Tal transferencia de carga mejora si entre las cadenas del
polímero hay iones (átomos o moléculas que, ante la falta o exceso de
electrones, adquieren carga positiva o negativa) que contribuyen con más carga.
A esta condición se le conoce como «estado dopado», el cual es reversible si se
aplica un potencial adecuado que pueda permitir la inserción/expulsión de los
iones provenientes de un electrolito. Este fenómeno iónico provoca un
incremento/decremento de la distancia entre las cadenas poliméricas que se refleja
en una expansión/contracción total del polímero conductor. Los músculos PEAI pueden
trabajar con potenciales muy bajos (uno o dos voltios). Uno de sus principales
inconvenientes es que son dispositivos lentos (cumplir un ciclo de trabajo les
lleva varios segundos).
En las últimas dos décadas se han desarrollado músculos artificiales
PEAI de polímeros conductores como, polianilina, polipirrol y politiofeno (y
sus derivados). Los retos que hay que vencer para mejorarlos, son: el
incremento de su vida útil (la inserción/expulsión de iones termina por afectar
la estructura polimérica en un tiempo relativamente corto), elevar su capacidad
de elongación (en la actualidad, suele ser de 1 a 3%), y mejorar su velocidad
de accionamiento (quizá podrían ser más porosos para incrementar la interacción
iónica).
Consideraciones finales
Además de los músculos artificiales que se vieron líneas arriba, se están
desarrollando otros basados sólo en nanotubos de carbono (estructura tubular
que es una de las formas en que el carbono puede existir), hidrogeles (sistemas
coloidales donde la fase continua es sólida y la dispersa es líquida),
materiales compuestos de polímero conductor y nanoestructuras (como nanotubos
de carbono, grafeno ‒estructura monoatómica de carbono que al apilarse da
origen al grafito‒), sistemas híbridos, entre otros.
En cuanto a las aplicaciones, se han desarrollado sistemas braille
automáticos, pinzas, sistemas para enfocar lentes, superficies de textura
controlable, desarrollos biomiméticos que emulan la locomoción de peces,
serpientes, insectos, entre otros más. Creo que no está muy lejano el día en
que puedan crearse prótesis de mano, brazo o pierna, basados en su totalidad de
músculos artificiales.
Algunas referencias:
1.Tissaphern Mirfakrhai et al. Polymer
Artificial Muscles. Materials Today, 10, 4, 2007, 30-38.
2.Paul Calvert. Hydrogels
for soft machines. Advanced Materials, 21, 2009, 743-756.
3.Ali E. Aliev.
Giant-Stroke, Superelastic Carbon Nanotube Aerogel Muscles. Science, 323, 2009,
1575-1578.
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