(Escrito en Recife, Brasil, 4 de mayo de 2014)
Recife, Brasil. |
Casi cumpliré diez meses viviendo en la ciudad de Recife
(Brasil). Llegué para seguir adelante con algunas actividades de investigación
(gracias a una amable invitación de mi exdirectora de doctorado en México) en
el Departamento de Química Fundamental de la Universidad Federal de Pernambuco
(UFPE). Desde el comienzo de mi estancia, me he ido embebiendo en las
costumbres, cultura, y «espíritu» del pueblo recifense. Su amabilidad y
hospitalidad me han hecho sentir con frecuencia como en casa, pero sobre todo su
lengua (el portugués), es la que más me ha ido cautivando.
Un previo y breve curso de portugués (tres meses) y el haber
disfrutado por algunos años de Bossa Nova (escuchando a Astrud Gilberto,
Vinicious de Moraes, Antonio Carlos Jobim, entre otros), hicieron que el
portugués no me fuera tan desconocido al llegar a Recife, aunque al escuchar
conversaciones «reales» en la calle, me hizo ver que en realidad no lo conocía como
yo creía. Tuve que esforzarme en aprender lo básico en los primeros meses para
lograr comunicarme lo mejor posible.
Hoy, mi portugués causa menos quejas, y aunque no deja de
desesperarme mi falta de fluidez, no me ha impedido compararlo con el español
(de hecho, todas las personas que adquieren otra lengua, a menudo la comparan
con la ‒o las‒ que ya dominan). El portugués, al igual que el español, gallego,
rumano, sardo, italiano, catalán y francés, es una lengua latina ‒o neolatina‒
por provenir del latín. Y aunque todas sean lenguas hermanas, la similitud
entre ellas es variable. Por ejemplo, la distancia entre el español y el rumano
es mucho mayor que entre el español y el portugués, lo cual puede explicarse
debido a las condiciones geográficas (Portugal es vecina de España, no así
Rumania), lingüísticas (Rumania se encuentra rodeada de países de lengua
eslava), o políticas (la interacción de España con Portugal fue mucho mayor que
con Rumania). La mayor cercanía entre la lengua española y portuguesa, ha
facilitado a sus hablantes, el aprendizaje de cualquiera de ellas.
Tal similitud tiene mucho que ver con que ambas lenguas
compartan una extensa cantidad de palabras que se escriben igual o de manera
muy parecida (que pueden o no tener el mismo significado). Además, un
observador hablante de un idioma no latino que estuviera aprendiendo las dos
lenguas, podría decir que sus estructuras gramaticales son, en esencia,
idénticas.
Lo primero que me llamó la atención del portugués, es que hay
muchas palabras que comienzan con ‘f’ que en español se escriben con ‘h’. Por
ejemplo, formiga (hormiga), fígado (hígado), fazer (hacer), falar (hablar),
fumo (humo), fogueira (hoguera), ferir (herir), folha (hoja), figo (higo),
formosura (hermosura), entre muchas otras. Esta peculiaridad, era lo normal en
el castellano medieval ‒la ‘f’ después devino en ‘h’‒. Un «fósil» actual
español es la palabra ‘foja’, que ‒por lo menos en México‒ designa las hojas de
escritos oficiales como escrituras, testamentos, o actas de nacimiento (en
ocasiones el Derecho «cristaliza» las palabras hasta volverlas arcaicas).
Asimismo, cada vez que escuchaba la palabra portuguesa ‘agora’ (en español
'ahora’), me transportaba de manera inevitable al Medioevo hispano, cuando
también tenía la misma forma.
Colocaré un pequeño fragmento del Cantar del mío Cid (cantar de
gesta anónimo castellano del siglo XIII) donde se reconocen algunas importantes
palabras portuguesas actuales en las arcaicas españolas:
1 Embió el Cid por sus amigos e sus parientes e sus
vasallos
2 E fabló: ‒Como el rey me manda de toda mi tierra salgo;
3 Más de nueve días no me dará de plazo,
4 E los que conmigo fuéredes de Dios ayades buen grado,
5 E los que acá conmigo fincáredes quiérome ir vuestro
pagado.‒
6 Entonces fabló Álvar Fáñez, su primo cormano:
7 ‒Convusco iremos, Cid, por yermos y poblados,
8 Ca nunca vos fallesceremos en cuanto seamos vivos e
sanos;
9 Convusco despenderemos las mulas e los cavallos,
10 El oro e la plata e los averes e los paños.
Estatua del Mío Cid, Burgos, España. |
En la segunda línea, vemos ‘fabló’ de ‘fablar’ (en portugués
actual ‘falar’ ‒hablar‒); en la quinta, vemos ‘fincáredes’ de ‘fincar’ (en
portugués ‘ficar’ ‒equivalente al ‘quedar’ castellano‒); en la séptima, vemos
‘convusco’, equivalente al actual ‘convosco’ portugués (‘con ustedes’ o ‘con
vosotros’), por último, la conjunción ‘e’ del castellano medieval (que cambió a
‘y’) se utiliza con normalidad en portugués. Ambas proceden de la conjunción
latina ‘et’.
(Después, con más calma, revisaré un texto medieval portugués y
consultaré más a fondo las etimologías latinas).
Otra palabra portuguesa que también me impactó fue ‘preto’
(negro), la cual viene de la palabra latina ‘appectorare’ (de pectus,
pectórum), que significaba apretar contra el pecho. Después, cambió a
‘apretar’, y de aquí, a ‘preto’ (algo denso, espeso, o apretado, es decir,
oscuro). El equivalente castellano de ‘preto’ es ‘prieto’, que aunque ahora es
un arcaísmo en España, sigue vigente en México para designar algo que tiene un
color oscuro. Algunos ejemplos: ‘los niños prietos’, ‘el plátano tiene prietitos’
(es decir, ya está maduro), etc.
Y aunque disto mucho de ser lingüista, etimólogo o gramático (soy
ingeniero), me es fascinante conocer sobre el distante origen común del español
y portugués, los cuales, desde hace siglos, construyen con vigor su propio
camino.
Siempre me ha asombrado que las palabras que utilizamos en la
cotidianeidad, posean ‒cada una‒ una larga y tortuosa historia. Para conocerla,
sólo hace falta escarbar en el latín clásico (o vulgar), en el griego, en el
árabe, en las lenguas germánicas, o en las lenguas indígenas americanas. Por el
momento me despido con una cita del poeta y dramaturgo alemán Friedrich
Schiller:
«Llamáis
lenguas muertas al lenguaje de los griegos y latinos. Pero de ellas se origina
lo que en las vuestras pervive».
Tremendo, justo foy(?) arranque natación y la profe es Brasilera. No le entiendo un pomo. Decí que en natación las cosas se explican con gestos y que existe... duoligo (?)
ResponderEliminarSaludos! Buena investigacion eh
Gracias Kraif14. Así es, en algunos deportes donde la comunicación verbal no es posible, es necesario utilizar otros medios como la mímica. Ahora me viene a la mente la comunicación entre un lanzador y un receptor en el béisbol. Por cierto, no encontré la palabra duoligo, ¿qué significa según tu profesora?
ResponderEliminarSaludos.