miércoles, 15 de abril de 2015

La lengua portuguesa: algunas observaciones desde el español

(Escrito en Recife, Brasil, 4 de mayo de 2014)

Recife, Brasil.
Casi cumpliré diez meses viviendo en la ciudad de Recife (Brasil). Llegué para seguir adelante con algunas actividades de investigación (gracias a una amable invitación de mi exdirectora de doctorado en México) en el Departamento de Química Fundamental de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). Desde el comienzo de mi estancia, me he ido embebiendo en las costumbres, cultura, y «espíritu» del pueblo recifense. Su amabilidad y hospitalidad me han hecho sentir con frecuencia como en casa, pero sobre todo su lengua (el portugués), es la que más me ha ido cautivando.

Un previo y breve curso de portugués (tres meses) y el haber disfrutado por algunos años de Bossa Nova (escuchando a Astrud Gilberto, Vinicious de Moraes, Antonio Carlos Jobim, entre otros), hicieron que el portugués no me fuera tan desconocido al llegar a Recife, aunque al escuchar conversaciones «reales» en la calle, me hizo ver que en realidad no lo conocía como yo creía. Tuve que esforzarme en aprender lo básico en los primeros meses para lograr comunicarme lo mejor posible.

Hoy, mi portugués causa menos quejas, y aunque no deja de desesperarme mi falta de fluidez, no me ha impedido compararlo con el español (de hecho, todas las personas que adquieren otra lengua, a menudo la comparan con la ‒o las‒ que ya dominan). El portugués, al igual que el español, gallego, rumano, sardo, italiano, catalán y francés, es una lengua latina ‒o neolatina‒ por provenir del latín. Y aunque todas sean lenguas hermanas, la similitud entre ellas es variable. Por ejemplo, la distancia entre el español y el rumano es mucho mayor que entre el español y el portugués, lo cual puede explicarse debido a las condiciones geográficas (Portugal es vecina de España, no así Rumania), lingüísticas (Rumania se encuentra rodeada de países de lengua eslava), o políticas (la interacción de España con Portugal fue mucho mayor que con Rumania). La mayor cercanía entre la lengua española y portuguesa, ha facilitado a sus hablantes, el aprendizaje de cualquiera de ellas.

Tal similitud tiene mucho que ver con que ambas lenguas compartan una extensa cantidad de palabras que se escriben igual o de manera muy parecida (que pueden o no tener el mismo significado). Además, un observador hablante de un idioma no latino que estuviera aprendiendo las dos lenguas, podría decir que sus estructuras gramaticales son, en esencia, idénticas.

Lo primero que me llamó la atención del portugués, es que hay muchas palabras que comienzan con ‘f’ que en español se escriben con ‘h’. Por ejemplo, formiga (hormiga), fígado (hígado), fazer (hacer), falar (hablar), fumo (humo), fogueira (hoguera), ferir (herir), folha (hoja), figo (higo), formosura (hermosura), entre muchas otras. Esta peculiaridad, era lo normal en el castellano medieval ‒la ‘f’ después devino en ‘h’‒. Un «fósil» actual español es la palabra ‘foja’, que ‒por lo menos en México‒ designa las hojas de escritos oficiales como escrituras, testamentos, o actas de nacimiento (en ocasiones el Derecho «cristaliza» las palabras hasta volverlas arcaicas). Asimismo, cada vez que escuchaba la palabra portuguesa ‘agora’ (en español 'ahora’), me transportaba de manera inevitable al Medioevo hispano, cuando también tenía la misma forma.

Colocaré un pequeño fragmento del Cantar del mío Cid (cantar de gesta anónimo castellano del siglo XIII) donde se reconocen algunas importantes palabras portuguesas actuales en las arcaicas españolas:

1  Embió el Cid por sus amigos e sus parientes e sus vasallos
2  E fabló: ‒Como el rey me manda de toda mi tierra salgo;
3  Más de nueve días no me dará de plazo,
4  E los que conmigo fuéredes de Dios ayades buen grado,
5  E los que acá conmigo fincáredes quiérome ir vuestro pagado.‒
6  Entonces fabló Álvar Fáñez, su primo cormano:
7 ‒Convusco iremos, Cid, por yermos y poblados,
8  Ca nunca vos fallesceremos en cuanto seamos vivos e sanos;
9  Convusco despenderemos las mulas e los cavallos,
10 El oro e la plata e los averes e los paños.

Estatua del Mío Cid, Burgos, España.
En la segunda línea, vemos ‘fabló’ de ‘fablar’ (en portugués actual ‘falar’ ‒hablar‒); en la quinta, vemos ‘fincáredes’ de ‘fincar’ (en portugués ‘ficar’ ‒equivalente al ‘quedar’ castellano‒); en la séptima, vemos ‘convusco’, equivalente al actual ‘convosco’ portugués (‘con ustedes’ o ‘con vosotros’), por último, la conjunción ‘e’ del castellano medieval (que cambió a ‘y’) se utiliza con normalidad en portugués. Ambas proceden de la conjunción latina ‘et’.

(Después, con más calma, revisaré un texto medieval portugués y consultaré más a fondo las etimologías latinas).

Otra palabra portuguesa que también me impactó fue ‘preto’ (negro), la cual viene de la palabra latina ‘appectorare’ (de pectus, pectórum), que significaba apretar contra el pecho. Después, cambió a ‘apretar’, y de aquí, a ‘preto’ (algo denso, espeso, o apretado, es decir, oscuro). El equivalente castellano de ‘preto’ es ‘prieto’, que aunque ahora es un arcaísmo en España, sigue vigente en México para designar algo que tiene un color oscuro. Algunos ejemplos: ‘los niños prietos’, ‘el plátano tiene prietitos’ (es decir, ya está maduro), etc.

Y aunque disto mucho de ser lingüista, etimólogo o gramático (soy ingeniero), me es fascinante conocer sobre el distante origen común del español y portugués, los cuales, desde hace siglos, construyen con vigor su propio camino.

Siempre me ha asombrado que las palabras que utilizamos en la cotidianeidad, posean ‒cada una‒ una larga y tortuosa historia. Para conocerla, sólo hace falta escarbar en el latín clásico (o vulgar), en el griego, en el árabe, en las lenguas germánicas, o en las lenguas indígenas americanas. Por el momento me despido con una cita del poeta y dramaturgo alemán Friedrich Schiller:


«Llamáis lenguas muertas al lenguaje de los griegos y latinos. Pero de ellas se origina lo que en las vuestras pervive».

2 comentarios:

  1. Tremendo, justo foy(?) arranque natación y la profe es Brasilera. No le entiendo un pomo. Decí que en natación las cosas se explican con gestos y que existe... duoligo (?)

    Saludos! Buena investigacion eh

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  2. Gracias Kraif14. Así es, en algunos deportes donde la comunicación verbal no es posible, es necesario utilizar otros medios como la mímica. Ahora me viene a la mente la comunicación entre un lanzador y un receptor en el béisbol. Por cierto, no encontré la palabra duoligo, ¿qué significa según tu profesora?

    Saludos.

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